ANTONIO ARRIGÓ

Volver atrás

 

Back Izquierdo. En Talleres desde 1940, Jugó hasta 1944, cuando Independiente lo adquirió.

En ese período, jugó 106 partidos en el equipo de Escalada. En el conjunto de Avellaneda, jugó 154 partidos hasta 1952. Con ese equipo fue Campeón de la primera división del fútbol argentino en 1948. Luego viajó a Chile, formando parte del Santiago Wanderes.

Volver atrás

 

Back Izquierdo. En Talleres desde 1940, Jugó hasta 1944, cuando Independiente lo adquirió.

En ese período, jugó 106 partidos en el equipo de Escalada. En el conjunto de Avellaneda, jugó 154 partidos hasta 1952. Con ese equipo fue Campeón de la primera división del fútbol argentino en 1948. Luego viajó a Chile, formando parte del Santiago Wanderes.


Click en la imagen para ampliar

{gallery lightbox:contextmenu=0}glorias-deportivas/arrigo{/gallery}

 

TALLERES, RECUERDOS


De ese mi primer club tengo toda la emoción de mis primeros años por el fútbol. Ahí están las primeras felicitaciones que mi padre, sin expresármelas concretamente, me las hacía llegar, después de todos los partidos, cuando mezclado con otros padres seguía mi actuación. Según él, jamás me veía jugar, pero yo sabía que él estaba allí siempre. ¡Qué bueno y comprensivo fue en esos primeros años de jugador! Lo sigue siendo, pero ya más despreocupado. No vela por mi porvenir en la forma que lo hacía antes. Ahora soy todo un hombre hecho y derecho, por lo tanto debo ser yo quien cuide de mi modesto prestigio.

 

Cuando fui a Talleres, lo hice con todo gusto. Era ese club la continuación de mi barriada. Estaban allí los mismos amigos, los mismos afectos.
Tuve una variante. En Talleres me alisté de half. Sólo fue una temporada. Volví nuevamente a mi puesto de siempre. Back.

 

LAS PRIMERAS TENTACIONES

 

Se decía por entonces que Talleres tenía la mejor defensa de todos los equipos que actuaban en la segunda división de ascenso. En realidad, habíamos logrado una mutua comprensión entre todos los muchachos, y jugábamos con tanta confianza que las performances que realizábamos nos dejaban siempre una enorme satisfacción.
Tal vez por ello que mis oídos empezaron a percibir ofertas tentadoras. Brillaba ante mis ojos todo el esplendor del porvenir que se me pintaba. No había vacilación en mi respuesta. Seguiré en Talleres, mientras este club me crea necesario. No tenía ninguna prisa por llegar a donde habían llegado otros muchachos con quienes habíamos compartido, en más de una vez, la inquietud de un horizonte más amplio. Soy de una sensibilidad extraordinaria. Me entrego íntegro. Por eso Talleres siguió siendo la continuación de los años infantiles.

 


UNA LEGÍTIMA ASPIRACIÓN


- ¿Pero es que pensaba quedarse siempre en Talleres?
- Yo pensaba en estas reflexiones y, aceptando que tenía que alejarme de Talleres algún día, ¿a donde dirigiría mis pasos? Usted sabe que nosotros en la mayoría de las veces no vamos a donde deseamos, sino a donde nos empujan las circunstancias. Pero, pensando en ese fatalismo de tener de alejarme, ¿a donde iría? ¿Lo haría a donde yo soñaba...?

 

INDEPENDIENTE LO SOLICITA


Estábamos por finalizar la temporada del año anterior (1944) y una noche recibí una noticia que tenía la fuerza de una bomba. “Independiente ha hecho gestiones por tu pase” –se me dijo-. Quedé atónito. No respondí de inmediato y luego, pasados los instantes de sorpresa, inquirí: “¿Y qué dijo el club? ¿Se me daría el pase?” “Es cuestión de arreglar. Primero se te pedirá tu consentimiento, pero puedo asegurarte que Talleres, por ningún motivo, levantará obstáculos contra tu porvenir”. Cabizbajo regresé a mi casa. No comí aquella noche. Mi padre al notar la preocupación que dominaba, me llevó aparte, como para que no se enterara mi madre, pues suponía que el problema mío sería una “cosa de hombres”.

 

Fui parco en mis palabras. Le dije lo que se me había menifestado. Me contempló un instante y luego, paternalmente, como para darme valor, me expresó:

- Vamos, muchacho, yo creí que se trataba de algo más serio, aun cuando este asunto tiene toda su gravedad. Es el umbral de tu porvenir. ¿Qué pensás hacer?

- No sé, papá. ¡Quiero tanto a Talleres!...

- Esa es la vida, hijo mío. No todo puede resolverse en ella a puro golpe de corazón. También tendrás que alejarte algún día de nuestro lado, cuando formes tu hogar y por ello el mundo no se vendrá abajo. Esa es la realidad. Además se que tú lo quieres a Independiente y que alguna vez en tus cavilaciones has deseado jugar por ese club. ¿No es cierto?

- No es el caso por quien voy a jugar, padre. Usted sabe que ese ha sido un sueño en vida. Es por los que voy a dejar...

- Vamos, ánimo muchacho. Es tu propio porvenir que reclama esa decisión tuya y estoy seguro que los propios muchachos de Talleres te verán partir con alegría, porque envían a un club grande parte de ellos mismos. Es el destino de las instituciones chicas, y ya dirán si la suerte te acompaña: “Arrigo fue jugador de Talleres”. Ese es el único consuelo que les queda.

Ese diálogo con mi padre permanece fiel en mi memoria. No lo olvidaré nunca. Fue lo que me decidió a “enfrentar” a mis amigos para decirles: “estoy gustoso de jugar por Independiente”.

 

Se arregló el pase y ahora estoy en el tercer club para quien derrocho mis energías con el mismo cariño con que lo hacía en Burzaco y luego en Talleres.

 

Volver atrás